Autónomo, análisis de necesidades y solución aseguradora

Autónomo, auto-emprendedor, freelance,… distintas denominaciones que se utilizan para referirse a un sector que si bien históricamente ha tenido un peso significativo en el conjunto de la actividad económica, la coyuntura de los últimos años ha hecho que su importancia vaya en aumento; pero aspectos como su vulnerabilidad, en la mayoría de los casos consecuencia directa de su reducida estructura organizativa y su limitada capacidad económica, siguen siendo una constante en este sector.

En situaciones complejas en las que las empresas reducen plantilla, muchas personas no ven otra opción que la de reinventarse y empezar un proyecto propio; pero también en esa misma situación convulsa e incierta, esta figura tiene un grado de exposición muy elevado, y que evidentemente va a condicionar sus necesidades

Las diferencias entre una empresa y un autónomo van desapareciendo a medida que la empresa es más pequeña; aun así, es necesario acompañar al autónomo en el proceso de identificación, evaluación y tratamiento de sus riesgos haciéndoles partícipes de la planificación y gestión de las posibles eventualidades que puedan comprometer su desarrollo empresarial. Siempre habrá la necesidad de proteger el patrimonio frente a una reclamación o un daño material; pero las diferencias de estructura, recursos disponibles, etc. hacen que la forma de abordar esas necesidades debe adecuarse a las particularidades propias de este sector.

Se es autónomo cuando no se puede ser otra cosa para desarrollar tu profesión; si se quiere desarrollar una vocación o dirigir su propio negocio, ser autónomo es el precio para hacerlo. Esto hace que en ocasiones las debilidades y amenazas pesen psicológicamente más que las ventajas, cuestión que deberá compensarse con servicios que minoren, controlen o palien dichos problemas.

El autónomo emprende un camino incierto que tendrá que hacer solo y sus dificultades plantean necesidades específicas; conocerlas permite acercarse a él y cumplir tres objetivos.

  • Acompañarle en ese proceso, facilitarle la gestión de su actividad mediante SERVICIOS complementarios.
  • Ayudarle en la toma de decisiones, dándole el criterio necesario para gestionar sus riesgos, debilidades y amenazas. ASESORAMIENTO en gestión de Riesgos.
  • Ser parte de la solución al problema que genera un daño en el patrimonio, situación etc. garantizando la estabilidad y continuidad del negocio.

Debido a la mayor exposición y fragilidad frente a cualquier contratiempo, el autónomo necesita ser más consciente de su situación para poder establecer medidas de control, que reduzcan la probabilidad de ocurrencia y la importancia de las consecuencias.

Desde el momento que levanta la persiana, el autónomo ya está corriendo el riesgo de perder la inversión que ha hecho, pues afronta los riesgos con menos medios e información que el resto; si a esto le añadimos que la responsabilidad es ilimitada, y desde el momento en que se da de alta en la SS, pasa a responder con todos sus bienes presentes y futuros ante cualquier deuda que genere su negocio al no existir separación de patrimonios, como si pasa en las sociedades, entendemos la necesidad de este colectivo de estar bien preparado

Un incendio, un accidente en el local o una reclamación; son algunos imprevistos que pueden hundir un pequeño negocio. El problema es que la mayoría de las ocasiones se trata de riesgos impredecibles bien porque no es posible predecirles como la crisis del coronavirus, bien porque el autónomo no tiene posibilidad de predecirlos por desconocimiento de la exposición; pese a ello, en la mayoría de los casos se pueden minimizar, pero para ello ¿qué necesitamos? Gestionarlos, y para eso antes se necesita identificarlos y valorarlos; de ahí la importancia no sólo de contar con el respaldo de una buena cobertura, sino también del asesoramiento que ayude a gestionarlos.

En el mercado encontramos distintas fórmulas de aseguramiento bajo la denominación de autoemprendedor, en la que encontramos protección frente a los daños que sufra el patrimonio afecto a la actividad y cobertura frente reclamaciones por daños ocasionados a terceros; pero la protección no es la misma en todos los casos, siempre hay que recurrir a la farragosa redacción de las cláusulas para conocer el alcance real.

Debemos alejarnos de formulas milagrosas en las que aparentemente la cobertura es ilimitada y a bajo coste, pues debemos ser conscientes de que siempre existe una proporción entre riesgo, prima y cobertura; lo cual no implica que elijamos la cobertura que necesite la actividad y que deberá complementarse con servicios y aseguramiento que supla las necesidades estructurales de esta figura de forma que puedan adoptarse las medidas adecuadas de contención y control del riesgo que permitan reducir su probabilidad y minimizar las consecuencias, siendo esto imprescindible para encontrar una cobertura en mejores condiciones.

En los últimos años, la responsabilidad civil es una de las principales fuentes de problemas para los autónomos; la prolija normativa y el surgimiento de nuevas obligaciones, entre otros motivos, obliga a analizar la cobertura contratada y evitar resquicios por los que pueda venir una reclamación frente a la que esté indefenso. Pero dotar a nuestro negocio de la cobertura adecuada, implica analizar no sólo los elementos que la delimitan desde un punto de vista cualitativo, sino también aquellos otros que lo hacen cuantitativamente, entre los que están el capital asegurado, sublimites y franquicias. Estos últimos guardan una proporción actuarial con los primeros y permiten que la prima sea lo más ajustada posible; de forma que la inexistencia de franquicias suelen acompañarse de menor cobertura o limites indemnizatorios más reducidos, y en siniestros como los de responsabilidad civil en los que es difícil cuantificar económicamente el importe del siniestro cuanta mayor cobertura la ausencia de franquicias debe ser una alerta para prestar más atención al resto de elementos delimitadores de cobertura.

Artículo cedido por MAPFRE

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